
Un pueblo no está simplemente compuesto por la masa social sino por el espíritu de la comunidad en su existencia habitual a lo largo de su historia. El linaje, el medio geográfico, el clima, la alimentación, el idioma, los sentimientos, las creencias, los ideales, los intereses y las rutinas crean en la colectividad una memoria y una conducta.
Los factores étnicos, físicos, económicos y culturales, crean esa memoria y conducta que, por herencia, por imitación, por educación, otorga al hombre medio – a la gente- un aire de uniformidad.
El Valle Calchaquí fue en un tiempo un verdadero pueblo. Se mostró como tal durante las jornadas heroicas de las Invasiones Realistas (unidos europeos y americanos en estrecha solidaridad), así como los hijos del país, solos, en la gesta de la Emancipación y de Independencia.
Ese pueblo vino a convertirse durante el periodo inmigratorio en una agregación de individuos solo atentos al provecho particular, ninguno de los cuales estaba dispuesto a emprender ninguna tarea sin acceder a una ventaja.
La vida interior y el sentimiento de plenitud europeo americana se resolvieron en desarraigo en la falta de sentido.
El conocimiento sincero y veraz del ser y de aceptarse como es, con todas las fallas y con todas las cualidades, contribuirán al descubrimiento de energías desconocidas en favor de una vida renovada y de un destino fecundo.
A una época de sensualidad y de egoísmo debe seguir otra de disciplina interior, de preocupación por los bienes del espíritu y de los intereses superiores de la Nación.
Ese examen de conciencia conducirá hacia el encuentro de los remedios adecuados: contra el descreimiento, la fe; contra la resignación, el potencial; contra el libertinaje, la bluehost responsabilidad; contra la insatisfacción y resentimiento por carencia de triunfos materiales, la riqueza espiritual; contra la indiferencia, la generosidad, asumiendo riesgos y cumpliendo compromisos.
La reforma moral – de ineludible implantación – hará que el ser se olvide de sí y engendre un ambiente de afectiva cooperación nacional.
En horabuena la Nación volverá a ser un pueblo formado por ciudadanos unidos por lazos de solidaridad tan vigorosos que cada individuo estime como propio el dolor y la alegría del vecino.
Conocimiento significa liberación. Colaborar, conocer y juzgar con imparcialidad; y Dios ayudará a ser y a obrar mejor.
“Un inteligente y generoso grupo de novelistas de nuestros días subrayan esa impostergable reducción moral. Redrich – Los burgueses, Los salvadores de la Patria- y de Manuel Peyrou – Acto y ceniza, Se vuelven en contra nosotros –
De la Redacción de Diario Cafayate